La oportunidad se prestaba grata para el Real Madrid. Tras asumir el liderato de la Liga BBVA la pasada semana, visitaba el coliseo blanco un rival débil, escaso de argumentos y no acostumbrado a la feroz competitividad de estos niveles. Una cita idónea para reencontrarse con el buen fútbol y ganar confianza de cara al encuentro del próximo domingo ante el FC Barcelona.
Sin embargo, ni la evidente debilidad del contrario, atrincherado más por falta de recursos que por deseo, pudo desatar a los locales, que sacan adelante sus compromisos de forma tibia, sin transmitir esa superioridad o ese instinto que tanto ansía su parroquia.
Porque Xabi Alonso continúa ejerciendo de perfecto timón pero de nuevo volvió a faltarle un compañero que explote sus cualidades, un 'socio' imprevisible. Algo que Kaká, que se mantiene lejos de su mejor forma, sigue sin ser.
Bajo esas premisas, la electricidad y el descaro del 'Pipa' Higuaín en la parcela ofensiva ofrecen la nota distinta del conjunto madridista. Fue el argentino el que batió la meta de Leoni a los veinte minutos de juego, tras resolver con sangre fría un mano a mano ante el guardameta del FC Zurich. Fue un destello alojado en mitad de la falta de mordiente blanca, aunque algo suficiente como para noquear a un equipo que prácticamente salió derrotado al 'verde' del Bernabéu.
Vista la falta de poder del rival y dada la cercanía del gran duelo ante el Barça, posiblemente el mayor foco de atención del encuentro pasó a ser el regreso de Cristiano Ronaldo, ausente con el cuadro de Chamartín desde que cayese lesionado el 30 de septiembre ante el Olympique de Marsella.
El luso, la gran esperanza para el definitivo despegue madridista, pisó el césped a los 69 minutos de juego, sustituyendo al capitán Raul, ante la atronadora ovación del aforo. El 'deseado' estaba de nuevo donde le corresponde, en el terreno de juego, para ganar sensaciones y ponerse a punto para futuras citas. La primera de ellas, ya de incalculable calibre, en el Camp Nou.
Ronaldo se mostró activo, participativo, necesitado de fútbol. Con deseos de recuperar el tiempo perdido. El portugués pudo incluso disparar a puerta y su sola presencia originó el efecto anhelado, inyectar una vitamina de ilusión en el seno del club justo antes de una prueba de altos vuelos. Un examen en el que el Real Madrid deberá ofrecer otros muchos argumentos si quiere salir victorioso.
El triunfo ante el FC Zurich valió, al menos, para encarrilar el acceso de los de Pellegrini a la fase de cruces de la máxima competición continental. Los madridistas, que visitarán Marsella la última jornada, dependen de si mismos para acabar como líderes del grupo C, después del empate (1-1) que firmaron el AC Milan y el Olympique en suelo italiano.
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