Ante semejante panorama y con el equipo al borde del abismo clasificatorio, Míchel tuvo que alterar el guión inicial. El premio para la pujanza de Adrián Sardinero se acabó a los 57 minutos. La carroza, en forma de titularidad, se convirtió en calabaza para el canterano, que fue sustituido por Manu, a priori reservado para la visita del Barcelona. Pero nada surtió efecto. El Getafe siempre estuvo a expensas de los alemanes que viven cada partido de Liga Europa como un idilio para olvidar sus penas en la Bundesliga. Mientras en la competición continental se manejan con soltura y firman una inmaculada hoja de servicios con cuatro victorias en otros tantos partidos, en el trámite doméstico sufren en la antepenúltima plaza.
Los de Míchel intentaban que lo que parecía un punto final para su andadura europea se convirtiera al menos en unos puntos suspensivos. Pero con el partido roto por la premura local en busca del empate, el Stuttgart se dedicó a hurgar en la herida hasta convertir el marcador en una goleada desproporcionada.
Gebhart aprovechó una buena jugada colectiva para marcar a placer ante Ustari y Harnik remató la condena con un gol esperpéntico que retrató la noche. Tras un resbalón, el balón le botó en la cabeza y se coló manso en la portería del Getafe. Siempre destemplado en el partido y en la competición, el equipo azulón se asoma al precipicio con remotas opciones de clasificación.
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