Sucedió sin que nadie echara de menos a los de siempre, correcto Fontás en la guardia, con Thiago mezclando bien en el centro, abiertos Pedro y Alexis mientras Cesc, mejor amigo del gol desde que cambió de color, asomaba como falso delantero. El pulso se dio por terminado y Anoeta, esplendorosa la parroquia, pensó en un futuro mejor, abandonado a la suerte de una defensa vulgar que tardó un siglo en entender que había jornada. El mundo rosa del Barça antes del apagón.
Fue casi sin querer, en dos minutos tan agitados como los del principio, salvo que ocurrió en el área ajena y hay noticia porque no acostumbra el Barça a perderse de forma tan absurda. Lo tenía todo bajo control y despertó del reposo con un empate inexplicable, encadenando errores de equipo menor como en el segundo tanto realista. Justo después del gol de Agirretxe, cabeza de oro en este arranque liguero, Villa cedió a Valdés con tan poca vista que había un local y la jugada pudo acabar con penalti y expulsión de Busquets en su intento por salvar con la mano lo que vino en el rechace. Griezmann confirmó el bloqueo catalán.
De ahí hasta el final, unos inesperadamente vivos y otros aturdidos sin respuestas, movió ficha Guardiola y ni siquiera los buenos supieron darle otro aire al campeón. La Liga, en un suspiro, pasó a tener vida después de darla por muerta con solo una jornada de vida. Los grandes también fallan.
0 comentarios:
Publicar un comentario