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Goles España 6 - Liechtenstein 0

España tuvo algunas virtudes pero también defectos. Lo mejor fue la paciencia para destapar una lata bastante clausurada a cal y canto. Lo peor fue la falta de bandas para abrir el campo y hacer más complicada la defensa.
En media hora, España había ido una y otra vez, tomando en exceso el carril central pero sin prisas. No había muchas ocasiones pero tampoco agobios. Calma total, con el completo convencimiento de que ya se han jugado cien partidos así y ante rivales mucho más corajudos y curtidos.
Cuestión de tiempo nada más. Del Bosque había dejado en el banquillo a Silva, que es el jugador más en forma del equipo y un futbolista ideal para meter la ganzúa en esta clase de cerraduras. El canario, fino y estilista, se mueve como nadie entre líneas, toca y se desmarca, es habilidoso y, sobre todo, es Matrix: traza líneas indescifrables para los zagueros, mucho más para estos, que andan por divisiones de regional suiza.
Sin Silva, todo fue algo más complicado, pero no mucho más. A la media hora, a uno de los hermanos Stocklasa le falló la concentración. Xavi, que tiene en la cabeza una computadora de esas que se las hace pasar moradas a Kasparov, lo vio al instante, o lo intuyó o un chip le avisó, a saber qué... El caso que, como un mini Terminator, metió su derecha al desmarque de Negredo que, para una que tenía, la reventó por el centro. Jehle, el hombre, se tiró a un lado, más que nada para que no le diera la bomba, porque si le pilla le revienta.
Desde ahí todo fue una letanía de partido para Liechtenstein, que lo vio lejos, lejos, casi indivisible. En quince minutos España la navajeó con rapidez. Otro gol de Negredo en combinación con Villa y un golpe franco de Xavi que reflejó la bandera blanca del rival: la barrera no saltó y el portero la miró diciendo «que te vaya bonito». En 45 minutos el partido se quedó para nada, para una pachanga como otra cualquiera.
La segunda parte también fue un monólogo. La grada bramaba para ver a su ídolo, un tío de 1,95 que los mete a pares y las vuelve locas. Llorente se quitó el pantalón de calentamiento y Las Gaunas fue un hervidero. España ya había hecho un festejo del partido. El asunto fue simplemente una pachanga porque ya no quedaba nada. España empezó a sacar jugadores para la galería. Thiago para que se quedara, Llorente para que le vieran y Liechtenstein intentaba volver a cerrar la puerta para que no le cayera un saco. No pudo evitarlo porque ya no tenía pulmones para tapar huecos. Los de Del Bosque presionaron pero con cierto esmero, con mucha educación. Les metieron unos cuantos más para cubrir el palmarés con algo más de brillo.

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