Por la retina, ahora que se festeja la hazaña, miles de imágenes resumen este curso tan brillante. Gana el Barcelona de Guardiola, un tipo diferente, avanzado a su época, tan osado que en la era del músculo y del doble o triple pivote prefiere imaginación y desborde. Gana el Barcelona de Xavi, pieza capital para comprender la querencia por el balón, su manejo y la velocidad. Gana el Barcelona de Iniesta, héroe de todos después de lo de Sudáfrica, aplaudido en cualquier campo porque en todo el mundo gusta. Y gana el Barcelona de Messi, ser universal, único en su especie, tan decisivo en la portería contraria como lo es Valdés en la propia. En el Barça, en definitiva, ganan todos porque impera una idea común, vetados los individualismos y los objetivos personales. De ahí que todos viajaran. Un equipo, al fin y al cabo.
Olía a empate en el Ciutat de Valencia antes de que empezara la fiesta, tan positivo un punto para unos como para otros, y con esas se jugó durante buena parte de la tarde-noche, apenas sin tensión ya que ha abundado en la temporada, hermanados dos equipos que tan bien han hecho las cosas. El Levante se ve salvado con 44 puntos y su campaña merece también un aplauso tremendo. Ante el Barcelona, aplicó la misma fórmula de otras citas con Caicedo como protagonista, pícaro el ecuatoriano para sonrojar a Piqué a la carrera. Antes se había adelantado Keita, quien mejor para resumir el espíritu del Barcelona, con un golazo de cabeza a pase de Xavi, emotiva la piña para celebrar un tanto definitivo. Ya hay campeón y es brillante, indiscutible, azulgrana y solidario.
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