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Goles Real Madrid 1 - F.C. Barcelona 1

El primer cuarto de hora fue casi una afrente a la imagen del Madrid: encerrado, sin balón, todos atrás, tapando huecos, achicando agua y dominado en su campo por el toque del Barcelona. Resultaba triste ver a un equipo como el Madrid jugar así, pero también era comprensible. Jugar dando la cara le costó la manita en el Camp Nou y Mourinho es de los que aprenden rápido. Si había que hacerse pequeño se hacía uno máspequeño. El resultado ante todo.
Y lo cierto es que el tiempo le dio algo la razón. El Barcelona no encontraba huecos, Iniesta tapado con zarpa de acero por Khedira, Pepe llegando a todos lados y cortando circuitos y Xabi Alonso echando manos y más manos en las marcas alternativas.
Solo encontró algo de hueco el equipo de Pep en el costado zurdo del Madrid porque Marcelo, cual acostumbra, perdió la posición con excesiva frecuencia. Marcelo es muy buen jugador de fútbol pero no sabe jugar al fútbol. Lee mal los partidos, se olvida de lo que es y se desorienta en su posición. Cuando su amor por el balón le puede de repente se encuentra en la posición de interior derecho y con un boquete en su costado que crea innumerables problemas.
Mou le pegó tres gritos y al final, con la ayuda de Di María, tapó esa vía de agua. Desde ese momento, el Barça se ofuscó, perdió más balones de lo habitual y el Madrid salió a la contra con tanto peligro que tuvo más ocasiones de gol y también más numerosas. Cierto que hubo un penalti de Casillas a Villa y un mano a mano de Messi con Íker, pero la contra dio dividentos teóricos a Mou, con llegadas muy claras de Cristiano, Di María, Khedira e incluso Pepe. Puyol, el as en la ancha manga de Pep, había salido del oscuro túnel de tres meses de ostracismo obligado, para sorprender a los blancos y al mundo entero. Fue muy decisivo porque no acusó el parón y supo frenar las internadas de Di María a la espalda de un oscurecido Alves.
Entre el dominio de uno y la contra del otro el partido se movió en el filo de una cuerta tensa como un violín, ni para ti ni para mí, sino todo lo contrario, con una sombra, eso sí, en el horizonte blanco: el tremendo esfuerzo que estaba realizando al corre tanto detrás del balón y al tapar vías de agua.
No hizo falta que llegara la quemazón de los pulmones blancos. Cristiano mandó una falta al poste y a continuación un error individual, de bulto, pero aislado, condenó el partido y lo rompió en mil pedazos. Albiol no cortó un balón de primera (es de abc que un pelotazo así lo cortes de cabeza sin más), lo dejó botar y se perdió. Llegó Villa, le robó la cartera, la vida y el alma y penalti descarado y roja. La tumba para el Madrid porque en esta clase de partidos haciendo el murciélago el mínimo error te condena.
Mou movió banquillo en busca de tapar vías de agua y a ver si en alguna contra remediaba el desastre, pero si ya le había costado romper los circuitos del rival con once, mucho más con diez. Empero, tuvo mérito el Madrid porque con diez y todo siguió intentándolo, llegando arriba con los toques mágicos de Ozil, que dio profundidad a la contra madridista. En una de estas, con mucho derroche físico del Madrid, Marcelo provocó un penalti que CR no desaprovechó. Al final, empate justo, pero que no basta al Madrid.

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