Goles Deportivo 0 - F.C Barcelona 4

Riazor, resignado a causas menores cuando no hace tanto ocupó un hueco entre los grandes, exhibía una pancarta en el nombre de todas las aficiones de España. «No queremos otra Liga a la escocesa», rezaba el mensaje, tan secillo de entender como poco previsible ya que Barcelona y Madrid, aparentemente no hay remedio, gobiernan de forma autoritaria sin que nadie les rechiste.
Así se escribe esta Liga, que se parte en dos y el resto, que tiene a un líder con 49 puntos de 54 posibles, que volvió a comprobar anoche como el Barcelona resuelve sus desplazamientos con una facilidad pasmosa. Serio, disciplinado, cómodo en su papel, ganó en La Coruña en una cita que no pasara a la historia como la más divertida del mundo, pero que suma igual que cualquier otra.
Desprotegido y sin una alternativa real ante el más que posible rejonazo, que para eso estaba el Barcelona de por medio, nunca pareció capaz el Deportivo de exigirle a su invitado, poco reconocible con Alves, Xavi y Busquets calentando banquillo sin que nada alterara la tendencia porque los suplentes también son muy y muy buenos.
A eso se refiere Guardiola cuando quiere que todos estén enchufados y se alarma cuando echa un repaso a su agenda, pues vienen curvas peligrosas y en Riazor, escenario carente de fe desde que empezó a rodar la pelota, el Barça resolvió con buen gusto una visita de por sí incómoda, recompuesto después de la brega copera ante el Athletic. No necesitó su traje más exclusivo, pero la realidad es que va como un cohete tras una primera vuelta inmaculada a domicilio. Ni una fuga en sus viajes, un nueve de nueve inmejorable.
Resulta casi imposible pillar al Barcelona en un renuncio y Lotina, que bien sabe lo que se hace después de tanto tiempo, redecoró su sistema poblando la medular en un intento absurdo de desconectar la línea de creación azulgrana. Con Adrián como islote, perdido entre la nada sin remedio, el Deportivo junto líneas en un renuncio descarado de querer el balón, asumida su nula capacidad para cuidarlo ante la condición del estiloso forastero. Aguantó su triste idea poco más de 25 minutos y el partido terminó justo en el preciso instante en el que Villa deshizo el nudo. Coser y cantar.
A partir del tanto del asturiano, que se benefició de una genial asistencia de Messi y que sigue inflando números pese al debate prolongado sobre su eficacia, el Barça durmió el partido de tal manera que nadie echó de menos a los ausentes. Por mucho que Valerón enchufará a la parroquia, al final esta se rindió con el segundo tiempo del conjunto de Guardiola, tan soberbio como sencillo en su ejecución.
El golazo de libre directo de Messi precedió a los de Iniesta y Pedro, vitoreados ya hasta en campo ajeno. El más querido es el manchego, en boca de todos ya que se le da por seguro como ganador del Balón de Oro. El último español en reinar en el planeta fútbol fue Luis Suárez, homenajeado ayer en un Riazor que se tendrá que conformar con competir en otra Liga a la escocesa.