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Crónica Panathinaikos 0 - F.C. Barcelona 3

Todo fue azulgrana. Sólo al principio tuvo un susto, en una contra que pilló descolocado a Puyol, pero al remate de Cissé respondió Valdés con una parada de mucho mérito.
Acabado el peligro, el Panathinaikos se esfumó. Víctor no volvió a ver una camiseta verde más que con prismáticos pues nadie se acercó por allí, ni siquiera los suyos, que estaban en campo ajeno, apretando las tuercas sin siquiera utilizar el peine para posibles revueltas en el moño.
Casi a medio gas, el Barcelona tuvo un puñado de ocasiones que desgranó con paciencia infinita, sin apretar el acelerador, consciente de que incluso al ralentí le valía para alzarse con el triunfo. Lo hizo en el minuto 26. La enésima salida errónea de los zagueros griegos —que exhibieron una alarmante falta de técnica con el balón en los pies—permitió a Alves asistir a Pedro para que el canario metiera un inapelable zapatazo cruzado.
Luego hubo sesteo por parte de todos. Messi ni siquiera tuvo que molestarse en apurar una cuarta marcha, guardándose las dos definitivas para el lunes. Nadie en el Barcelona aceleró, quizás Villa, pero de forma inocua porque en esa intentona, torpe y banal, se vio que le falta la chispa necesaria para superar incluso a un rival tan flojito como este.
Todo lo que hizo el Panathinaikos en la primera parte lo hizo en la segunda, es decir: nada o casi nada. Algún amago de contra abortado sin problemas por la zaga azulgrana y de nuevo al ataque, a probar al bueno de Tzorvas hasta que el burreo continuo mareó a los defensores griegos.
Bandera blanca
Al cuarto de hora, el Barça certificó su triunfo y su paso a octavos como primero de grupo. Lo hizo con un gol de fútbol sala, toque de primera en el área hasta que Messi remató en la misma boca de gol, sin opción para el gran Tzorvas, el mejor de los suyos por narices, porque todos los balones fueron a él o cerca de él, hasta la red.
Se podía haber pensado que el Panathinaikos, último de su grupo y con el agua al cuello, reaccionaría en busca de una posible salida. Pues no. No lo hizo con el 1-0 ni tampoco con el 2-0. Al contrario, gimoteando como los niños, se fue cerrando más atrás, dejando espacio a los pasadores azulgrana. Ni que decir tiene que el tercero le cayó casi inmediatamente. Pedro volvió a aparecer de no se sabe donde por el lado más oportuno y colocó el tercero en un santiamén. El rival sacó bandera blanca y aquello acabó casi vergonzosamente.

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