Sin estar especialmente brillante, el conjunto de Javier Aguirre tenía el control del balón y las únicas acciones reseñables eran las que protagonizaban sus jugadores. El ejemplo más claro era que Leo Franco en la primera media hora únicamente había tocado en jugada dos veces el balón.
El árbitro cántabro se convirtió en protagonista involuntario del juego a los 33 minutos, aunque ya había interferido con anterioridad en dos ocasiones la trayectoria del balón, al cortar la salida del balón de los defensores zaragocistas y hacer una pared "perfecta" con Zurutuza que cambió el juego hacia Joseba Llorente que no llegó y fue Xabi Prieto el que controló el balón sobre la esquina para convertir su remate en el tanto del empate.
Era la primera vez que los realistas remataban sobre la portería defendida por Leo Franco. El jarro de agua fría sobre los maños fue de dimensiones considerables, aunque no se hundieron y siguieron con el mando del juego pero fue el visitante Griezmann el que pudo adelantar a su equipo en el último minuto con un remate cruzado.
De inicio el regreso de los vestuarios no aportó nada nuevo, pero conforme fueron pasando los minutos juego fue ganando en intensidad con un Zaragoza que tenía claro que necesitaba imperiosamente hacerse con los tres puntos y que buscaba con muchas ganas la portería de los guipuzcoanos pero le faltaba acierto en los metros finales. Los hombres de Martín Lasarte se transformaron con respecto a la primera mitad y sus llegadas destilaban cada vez más peligro, sobre todo desde que Leo Ponzio fue sustituido y dejó de estar por delante de la defensa.
El partido se tornó en una ida y vuelta constante en la que conforme transcurrían los minutos las fuerzas empezaban a escasear y el fallo por parte de uno y otro podía llegar en cualquier momento. Hasta ocho ocasiones crearon los locales por siete de los donostiarras antes de que el balón entrase en la portería de Bravo. El gol del triunfo zaragocista llegó en el minuto noventa al aprovechar el recién incorporado Braulio un rechace de Bravo que se había tenido que emplear a fondo para detener el remate previo de Marco Pérez.
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