Pero fue el Sevilla quien demostró pronto su jerarquía, con un cabezazo al poste de Escudé en el minuto 6. El principal recurso del Karpaty eran sus veloces subidas al ataque, consciente de que debía explotar sus condiciones físicas ante un rival que le superaba claramente en el plano técnico.
Sin embargo, y como viene siendo habitual, se echaba de menos el control del juego en el centro del campo blanquirrojo, dirigido por Zokora y Guarente. No obstante, la lógica terminó por imponerse y un córner botado por Perotti sirvió para que Kanouté, con un testarazo desde el punto de penalti, situara el 0-1 en el luminoso.
Pero el nombre propio en el cuadro sevillista era el de Konko, un auténtico estilete en la banda derecha, donde no se notaba la ausencia del lesionado Jesús Navas. En la reanudación los nervionenses demostraron una agresividad, que denotaba sus deseos de finiquitar cuanto antes el envite, por más que el Karpaty todavía no hubiera tirado a puerta.
Para ello hubo que esperar al minuto 54, en un disparo desde la frontal que se fue por encima del larguero. Pero la jugada de mayor peligro local nació en un fallo de Palop, que casi dejó el gol en bandeja al delantero Kuznetsov.
Manzano reaccionó entonces de forma sorprendente con un cambio conservador, al retirar a Kanouté en favor de Romaric aunque poco después introducía también a Luis Fabiano por Negredo. Tocaba, pues, amarrar el resultado, porque el Sevilla, parecía hasta replegado en su campo, en busca de una contra que rematara la faena.
En fin, el partido murió definitivamente a tres minutos de la conclusión, cuando Checher vio su segunda amonestación, y dejó al Karpaty en inferioridad numérica, con lo que el Sevilla se limitó a dejar pasar el escaso tiempo que restaba para embolsarse unos puntos vitales.
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