Holanda es de las pocas selecciones con extremos de verdad para abrir el campo y martirizar a los laterales del rival, el técnico Bart van Marwijk planteó un dibujo contradictorio donde el más adelantado solía ser Van Persie, tanto entrando por la izquierda como por el centro. Más cerca del 4-2-4 que de otra cosa, Kuyt venía a hacer lo mismo por la derecha con Sneijder y Van der Vaart a sus anchas por el centro, bien protegidos con Van Bommel y sobre todo De Jong. Enfrente, Dinamarca intentaba hacer daño con sus extremos, pero lo cierto es que consumió toda la segunda parte sin una sola ocasión.
Y eso que asustó en el primer acto. Sobre todo porque consiguió que Van der Vaart y Sneijder no recibieran en ventaja y que tanto Van Persie como Kuyt no encontraran la espalda. Arriba Bentdner ofreció buena movilidad (los centrales no son el punto fuerte de Holanda, que digamos) pero se echó en falta algo más de Jorgensen y Rommedahl. Holanda se quedaba a medios, con buena posesión y nada en ataque, mientras las ocasiones eran danesas y la sensación de riesgo sobrevolaba a Stekelenburg.
Con los reseñados condicionantes, lo único que cabe reprocharle a Morten Olsen, un caso único en la historia del fútbol al haber representado a su país más de cien veces como jugador y como entrenador, es que los cambios no variaron en absoluto la cadencia danesa. Más de lo mismo y cada vez menos peligro. A su ignoto homólogo, Van Marwijk, le ocurrió todo lo contrario. Marcador a favor, ya, pero con Elia y Affelay sí logró redirigir el encuentro hacia donde más le convino. Interesante, interesantísimo el extremo del Hamburgo, quien le dio un aire nuevo al encuentro cuando Holanda lo necesitaba. Obligó a replegarse aún más a Dinamarca y mereció el gol en la jugada con la que Kuyt desesperó a Dinamarca. Holanda se quedó a medias, pero aun así fue suficiente.
0 comentarios:
Publicar un comentario