El espigado ariete rubio hizo bueno el córner botado por Yeste --otro de los que se describen por su clase-- y permitió el 1-0 cuando apenas se habían visto los recursos del conjunto de Manuel Pellegrini sobre el verde de San Mamés. Antes del gol, el Athletic había dado dos palos.
Toda una declaración de intenciones de los vascos, que se fueron diluyendo a medida que avanzó la primera mitad. Fue entonces cuando Xabi Alonso ejerció de líder y aplastó la figura de Lass, algo desorientado en la construcción. El tolosarra aportó sencillez en la medular, más que suficiente para ofrecer algo distinto a la individualidad errónea de Kaká.
El brasileño no termina de arrancar y piensa equivocadamente en las decisiones colectivas. Esto lo aprovechó el Athletic haciendo daño en las pérdidas blancas en ambos costados, donde Javi Martínez y Gaizka Toquero --garra y corazón-- buscaron protagonismo.
En los segundos 45 minutos, el Athletic adoptó una única postura y fue la de resguardarse sobre la meta de Iraizoz, que estuvo soberbio. El conjunto merengue fue inevitablemente mejor --simplemente por el hecho tener el balón-- y encontró una maraña de piernas en cualquiera de sus innumerables disparos lejanos.
En esa función destacó Cristiano, peligroso dentro de su estado apagado, pero siempre se topó con la pegajosa defensa local, matrícula 'cum laude' en estas lides. Tampoco iluminó el camino Esteban Granero, que contó con apenas 20 minutos, ni siquiera el voluntarioso Raúl González.
El eterno capitán volvió a enfundarse la elástica tras su vacío ante el Mallorca y dejó algún detalle que incluso pudo convertirse en gol. Pero ni unos ni otros dieron con la tecla en un partido raro, que recordó al Madrid más insípido de comienzos de temporada, incapaz de interpretar los partidos en relación al rival que tiene delante.
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