El arranque dejó claro a la selección que estar en la final no saldría gratis porque los irlandeses no rehuyeron el choque y al médico español se le acumuló el trabajo antes del cuarto de hora.
El nuevo jugador del Getafe tuvo como socio de honor a Deulofeu, que con continuos amagues y recortes por ambas bandas volvió locos a los zagueros. Tras un pase de Sarabia, el barcelonista, otra joya moldeada en la fábrica de La Masía, demostró que también tiene gol y acercó a España a la final al filo de la media hora en un lanzamiento desde el vértice del área que se coló por la escuadra. Una jugada que llegaba minutos después del aviso de Sergi Gómez con un lanzamiento al palo en una falta. El tanto del pelirrojo aplacó la fogosidad irlandesa, que se diluyó con el 2-0 antes del descanso.
La selección no dio opción a que el rival tirara de orgullo, única arma a falta de argumentos futbolísticos, y Deulofeu puso en bandeja a Juanmi el tanto de la tranquilidad a los 30 segundos de la reanudación. El seleccionador pensó en la final y movió el banquillo para reservar fuerzas y evitar lesiones, aunque Morata no faltó a su habitual cita con el gol y cerró el partido con dos tantos, el último de penalti.
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